El mundo del trabajo está cambiando, y si bien sigue siendo muy difícil emprender en nuestro país, cada vez son más las personas que se lanzan a la piscina de sus propios negocios.
No desprovistos de miedos y un montón de “y si”, no obstante elegir arriesgar y apostar por sus proyectos personales en lugar de esperar a que otros les contraten o a acatar las decisiones de sus jefes.
La diferencia de jóvenes que deciden emprender, si lo comparamos con las generaciones que nos preceden, es exponencial.
Está es una de las ventajas (o inconvenientes) de la Revolución Digital. Muchas actividades que antes eran muy costosas ahora son más accesibles a bajo coste. Entre ellas, el marketing.
Ahora, gracias a las Redes Sociales muchos profesionales pueden empezar a montar sus negocios desde casa, simplemente teniendo acceso a Internet.
Este ha sido mi caso. Si bien, al principio no tenía para nada en mente la opción de emprender, mi idea era entrar a formar parte de un buen equipo en mi profesión, la Pedagogía.
Muy a mi pesar no tardé en darme cuenta de la precaria realidad profesional que se cernía ante mí. Y es que, no es que pudiera elegir entre miles de empleos maravillosos, desafiantes y gratificantes, más bien era todo lo contrario.
Parecía que si quería dedicarme a la Educación en España y tener unas condiciones laborales mínimamente dignas mi única opción es hacer una oposición. Y he ahí mi dilema, ya que, si una cosa me resulta imposible, es la de estudiar un montón de contenidos teóricos para hacer algo que ya estoy haciendo.
Esperar tanto y empezar esa carrera de fondo que son las oposiciones no me parecía en absoluto la mejor opción para mí. Y es que, conociéndome sabía que no iba a tener la paciencia necesaria para el estudio, a mí lo que me apetecía era aplicar ya lo que sabía, quería empezar a trabajar, y lo antes posible.
Fue así como, descartando la opción de irme al extranjero, la posibilidad de emprender empezó a tomar cada vez más fuerza.
Lo que no te cuentan y terminas aprendiendo a base de batacazos son todas las dificultades legales y burocráticas para hacerte autónomo y los enormes gastos fijos que conlleva.
Al principio intenté hacerlo todo por mi cuenta, pero cuando montañas de papeles amenazaban con devorarme terminé por contratar los servicios de MBR Administradores, una empresa que se adaptó a la perfección a mis necesidades ofreciéndome asesoramiento económico y jurídico en un montón de temas que desconocía.
En qué consiste un Grupo de Cotización
Para empezar, ni siquiera era capaz de identificar claramente cuál era mi grupo de cotización, y eso solo por dar un ejemplo.
Digamos que, tanto si trabajas como autónomo, como si trabajas por cuenta ajena seguro que alguna vez te has preguntado a qué grupo de cotización perteneces realmente, o cuál es la diferencia entre unos grupos de cotización y otros.
Así, por mis anteriores experiencias trabajando por cuenta ajena, entendía que, por lo general, en la nómina mensual, lo único que figura es la numeración del grupo correspondiente, pero desconocía totalmente a qué se debe.
En la mayoría de los casos el profesional no es quien decide el grupo de cotización, no obstante, en cooperativas de trabajo asociado, por ejemplo, se permite facturar sin ser autónomo y son los mismos asociados los que determinan su grupo de cotización y lo que ponen a la Seguridad Social en función del grupo al que pertenecen.
Según la Seguridad Social el grupo de cotización es la categoría profesional que le corresponde al trabajador de acuerdo con la actividad o puesto de trabajo que desempeña, atendiendo a criterios establecidos en el convenio colectivo de aplicación en la empresa.
De este modo, los grupos de cotización vienen determinados no solo por la Titulación que tengamos, sino también por el puesto de trabajo, experiencia profesional, funciones a desempeñar y, por último, por decisión de la empresa.
Por otra parte, en los convenios colectivos hay unas tablas salariales que marcan el salario mínimo que corresponde a cada una de las categorías profesionales.
El mío era un caso un poco difícil a la hora de determinar cuál era la opción que mejor me convenía.
No obstante, tardé en decidirme en si darme o no de alta en la Seguridad Social o hacerlo a través de una Cooperativa de Trabajo Asociado. Al final, después de consultarlo con abogados expertos opté por empezar de la forma más sencilla con la cooperativa para poder darme de Alta como Autónoma en un largo plazo cuando ya tuviera clientes fijos e ingresos suficientes.