¡Que un maldito diente no te cambie los planes!

¡Hay que ver cómo son las cosas! Os cuento… El otro día habiendo quedado con una chica y yendo precisamente de camino a la cita, me cojo un caramelo de menta que tenía en el bolsillo desde el año de la nana, me lo meto en la boca y de pronto oigo “crack”. ¡Ostia! ¡No podía ser! ¡Pero sí era! ¡El diente! ¡Se me había roto un diente! Me puse a sudar la gota gorda y me entró un pánico tremendo cuando de repente al pasar delante de un escaparate leo: “Los mejores implantes dentales en Madrid los encontrarás en la Clínica Dental Periodoncia Calzavara y Morante”. No suelo creer en las coincidencias pero hay que reconocer que lo que acababa de sucederme era muy extraño. Debía ser un signo o algo por el estilo. Llamé a la chica de mi cita apurado –se me puso el contestador– y le solté lloriqueando lo primero que me vino a la mente, a saber que mi madre había sufrido un desvanecimiento –¡ay si supieran las madres las veces que han enfermado por sacarnos de una situación delicada!–, y que por ello iba de camino con ella al hospital, que lo sentía mucho pero que no tardaría en volver a llamarla. Y colgué. ¡Vaya plantón! Pero esta vez había sido sin querer. ¡Qué rabia me dio! Furioso, no me lo pensé más y decidí entrar en la clínica…

La primera toma de contacto fue muy agradable. Les expliqué mi caso y me acompañaron gentilmente hasta la sala de espera… La verdad es que mi impresión al entrar en el consultorio dental fue muy buena, pues no se parecía para nada a las típicas clínicas dentales blancas aseptizadas hasta la sobredosis y que se parecían más a una antesala de la muerte que a una clínica. Allí –aunque reinara una pulcritud ejemplar– la sala de espera era como un bonito salón con unos sofás y sillones marrones,unas plantas verdes, etc. ¡Que por poco te hubieses creído en tu casa! Estuve un tiempo esperando maldiciendo el malvado y perverso diente que había elegido precisamente este día para romperse. En fin… Al cabo de un tiempo me hicieron pasar en el gabinete. Empecé a sentirme mal. Siempre había odiado los dentistas…

Sin embargo este doctor sonriente (con sonrisa Ultra Brite) consiguió tranquilizarme y después de haberme examinado, tomado no sé cuántas medidas y radiografías, decretó que tenía suerte, pues la calidad de mi hueso era buena. Podría incluso ponerme un implante ese mismo día. Con ello, me preguntó si sabía lo que era un implante, a lo que contesté que más o menos pero no exactamente. Entonces me explicó que un implante dental sustituía la raíz natural de un diente y que sobre éste se podía colocar un diente artificial. Asimismo me aseguró que los riesgos de rechazo eran casi nulos con los implantes de titanio y que no me preocupara –añadió por fin riéndose–, ya que él era un eminente especialista formado en una prestigiosa universidad y que había atendido miles de casos clínicos, siempre con los resultados más satisfactorios y usando innovadoras técnicas y tratamientos en periodoncia e implantes dentales, logrando por ello la total satisfacción de los pacientes. Acto seguido procedió a ponerme el implante. No comment

El hecho es que ese mismo día salí de la clínica dental Periodoncia Calzavara y Morante en Madrid, con un “diente nuevo” y con ganas de comerme… ¡el mundo! ¿En qué pensabais? ¿Eh? Y bueno para acabar con este post, sólo deciros que la chica de la cita me ha vuelto a dar otra oportunidad. Yes!

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