5 errores que cometen las empresas farmacéuticas con sus sistemas de climatización

farmacia

En el mundo de la farmacia y la industria farmacéutica, todo tiene que estar milimétricamente controlado: la temperatura, la humedad, la pureza del aire… nada se deja al azar. Pero, por increíble que parezca, hay muchas empresas del sector que siguen metiendo la pata con algo tan básico como el sistema de climatización.

Y cuando eso pasa, no se trata solo de que alguien pase calor en la oficina o que se dispare la factura de la luz. Aquí los fallos pueden afectar a medicamentos, a procesos de fabricación, a controles de calidad… incluso a auditorías. O sea: problemas serios, caros y bastante evitables.

Así que si trabajas en un laboratorio, en una planta de producción o en cualquier empresa relacionada con el mundo pharma… quédate, que esto te interesa.

 

  1. Elegir un sistema “normalito” para un entorno que no lo es

El primer error es el más obvio, pero también el más habitual: pensar que se puede climatizar una sala blanca, un almacén de productos sensibles o un laboratorio, como si fuera una oficina cualquiera. Y no, no funciona así.

En el sector farmacéutico, no se trata solo de que el aire esté fresquito o de que no haga calor en verano. Aquí hay que controlar temperatura, humedad relativa, presión, circulación del aire y filtración con unos niveles muy exigentes. Si algo se va de rango, puede comprometer la estabilidad de un producto, afectar un ensayo, o hacer que un lote entero se vaya a la basura.

Pero muchas veces, sobre todo en instalaciones nuevas o en empresas pequeñas que están creciendo, se tira de sistemas estándar sin adaptar. Un split de oficina, un multisplit de supermercado, o incluso equipos reciclados de otro local. Y claro, no dan la talla. Ni en rendimiento ni en fiabilidad.

 

¿La solución?

Frimavi, empresa con más de 25 años de innovación y triunfo en la refrigeración industrial, nos aconseja dejar que un profesional en climatización industrial (y con experiencia en farmacéuticas) estudie el espacio. Cada zona necesita un diseño distinto: no es lo mismo un almacén de materias primas que una zona de producción, o que una sala de control microbiológico. Si intentas “aplicar lo mismo a todo”, solo consigues que nada funcione bien.

 

  1. No cumplir con los requisitos de temperatura y humedad… hasta que llega una inspección

Este es de esos errores que duelen, porque durante meses parece que todo va bien. Los equipos enfrían, la gente trabaja normal, el ambiente no parece raro. Pero un día llega una auditoría (ya sea interna, externa, o peor: de una agencia oficial) y salta la alarma: temperaturas fuera de rango, humedad descontrolada, o registros incompletos.

¿Resultado? No conformidades. Y a veces, sanciones o bloqueos de actividad.

Esto pasa sobre todo cuando no se han instalado sensores de control adecuados, o cuando no hay sistemas de monitoreo continuo. Muchas veces se confía en el “a ojo” o en mediciones manuales con termómetros sueltos. Y claro, eso no vale. En este sector todo tiene que quedar registrado, validado y trazable.

 

¿La solución?

Diseñar desde el principio un sistema que no solo climatice bien, sino que mida, registre y alerte. Hoy en día hay soluciones muy asequibles que monitorizan en tiempo real, generan informes automáticos, y te avisan al móvil si algo se sale de lo establecido. No es ciencia ficción: es prevención inteligente.

 

  1. No hacer mantenimiento (hasta que se estropea algo gordo)

La climatización en entornos farmacéuticos no es un “poner y olvidarse”. Y sin embargo, muchas empresas instalan sus equipos y luego pasan meses o incluso años sin hacerles ni una revisión. Hasta que un día, en mitad de un lote importante, el sistema falla. O deja de filtrar como debe. O directamente se apaga.

Y ahí viene el problema: productos expuestos, cadenas de frío rotas, y en casos extremos, toda la producción del día (o de la semana) perdida. Por no hablar del lío con los técnicos buscando repuestos, el personal parado, y los jefes echándose las manos a la cabeza.

 

¿La solución?

Un calendario de mantenimiento regular, con revisiones técnicas programadas, limpieza de filtros, calibración de sondas, y validaciones periódicas. Nada complicado, pero que marca la diferencia. Además, con mantenimiento preventivo se alarga la vida útil de los equipos y se evitan paradas inesperadas.

Un buen servicio técnico especializado te lo deja todo organizado y documentado. Tú solo tienes que asegurarte de que se haga a tiempo.

 

  1. No tener zonas diferenciadas (y mezclar temperaturas sin querer)

Otro fallo bastante común: climatizar todas las zonas por igual, sin tener en cuenta que cada espacio tiene necesidades diferentes. En muchas empresas pequeñas, se instala un sistema central y se reparte el aire por conductos a todas partes. Y luego pasan cosas como estas:

  • En la zona de oficinas se congelan, mientras que el almacén va a 26ºC.
  • Se abre una puerta y el aire frío del laboratorio se va directamente al pasillo.
  • En las zonas donde se manipulan sustancias sensibles, el flujo de aire cambia al encender otro equipo.

Todo esto no solo afecta al confort (que también), sino a la seguridad de los procesos y a la estabilidad de los productos.

 

¿La solución?

Diseñar zonas independientes. Controlar cada una con su propia regulación. Y, muy importante, garantizar que hay barreras físicas o de presión que impidan que el aire de una zona afecte a otra. Esto es básico en salas limpias, zonas GMP y áreas de control microbiológico.

Los profesionales que conocen el sector saben cómo zonificar sin complicaciones. Solo hay que contar con ellos desde el principio.

 

  1. No tener un servicio técnico especializado (y acabar llamando al primo del cuñado)

Sí, suena a broma, pero pasa más de lo que se cree. Cuando hay una avería o algo no funciona bien, muchas empresas llaman al primer técnico que encuentran, sin comprobar si tiene experiencia en entornos farmacéuticos. Resultado: chapuzas, parches, o directamente errores que agravan el problema.

No es lo mismo arreglar el aire de una peluquería que el sistema de climatización de un laboratorio de control de calidad. No solo por el equipo en sí, sino por todo lo que hay alrededor: validaciones, documentación, normas de higiene, procedimientos…

 

¿La solución?

Contar desde el principio con un equipo técnico que conozca el entorno pharma. Que sepa cómo intervenir sin interrumpir procesos críticos. Que entienda lo que es una zona clase ISO 8, o una presión diferencial. Y que, sobre todo, trabaje con garantías, rapidez y sin improvisar.

Hay empresas especializadas que llevan años trabajando con laboratorios, farmacias hospitalarias, plantas de producción y centros de I+D. Es mejor tenerlos localizados antes de que pase algo, que buscarlos con prisas en mitad de una emergencia.

 

¿Vale la pena invertir en un buen sistema de climatización farmacéutica?

Mucho más de lo que parece, porque no se trata solo de confort o de ahorrar energía. Aquí estamos hablando de proteger productos sensibles, garantizar la estabilidad de los principios activos, cumplir con exigentes normativas sanitarias y asegurarse de que cada auditoría se pase sin sobresaltos. Una climatización profesional es una necesidad operativa en cualquier empresa farmacéutica que quiera hacer las cosas bien.

Un sistema bien diseñado ofrece algo que no tiene precio: tranquilidad. Cada zona funciona como debe, las condiciones se mantienen estables y, si algo se desajusta, salta la alarma. Todo está monitorizado, registrado y controlado. No hay sustos, no hay improvisaciones.

Además, un ambiente controlado mejora el bienestar del personal, reduce riesgos respiratorios, y transmite profesionalidad tanto a clientes como a inspectores. La diferencia entre hacerlo bien o a medias se nota en el día a día… y en la cuenta de resultados.

Invertir en climatización farmacéutica es cuidar lo que más importa: tu producto, tu equipo y tu reputación.

 

Consejos rápidos para no liarla con la climatización

Si tienes poco tiempo, apúntate esto:

  • No uses sistemas genéricos para entornos que necesitan control preciso. La climatización de una sala blanca no puede ser igual que la de una oficina.
  • Monitoriza temperatura y humedad 24/7. Que todo quede registrado automáticamente y con alarmas si algo se desvía.
  • Haz mantenimientos periódicos. No esperes a que algo falle para llamar al técnico. Lo barato sale caro.
  • Climatiza por zonas. Cada espacio tiene requisitos distintos. No lo unifiques todo en el mismo circuito.
  • Confía en técnicos que sepan cómo funciona tu sector. No en cualquiera que “sepa de aire”.
  • Controla las presiones diferenciales. Que el aire fluya en la dirección adecuada es clave para evitar contaminación cruzada.
  • Revisa y calibra los sensores. No sirve de nada medir si los datos están mal.
  • No improvises con ampliaciones. Cada nueva sala o modificación necesita una evaluación del sistema.
  • Documenta todo. Porque si no está escrito, en pharma es como si no existiera.
  • Y sobre todo: intégralo en tu día a día. La climatización no es un añadido, es parte del proceso.

 

En una empresa farmacéutica, el aire no es solo algo que se respira

Es una parte esencial del proceso. De hecho, muchas veces es el ingrediente invisible que puede marcar la diferencia entre un producto perfecto y un problema grave.

Por eso, vale la pena tomarse en serio la climatización. No como un gasto, sino como una inversión en seguridad, calidad y reputación. Y si se hace con cabeza —y con buenos profesionales—, no solo se evitan errores… también se duerme más tranquilo.

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