Entendamos por fin qué son los impuestos.

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Hablar de impuestos suele provocar la misma reacción que cuando nos mencionan la dieta o el ejercicio: sabemos que son necesarios, pero preferimos no pensar mucho en ellos. Sin embargo, entender qué son los impuestos y por qué existen puede ahorrarnos muchos disgustos (y hasta algún dinerillo). Así que, sin más rodeos, vamos a desentrañar este misterio con un toque de humor y claridad.

¿Qué son los impuestos y por qué existen?

Los impuestos son como esa suscripción mensual que no puedes cancelar, pero en lugar de darte acceso a películas o música, financian carreteras, hospitales y sueldos de políticos (sí, incluso esos que no te caen bien). Básicamente, son una cantidad de dinero que los ciudadanos y empresas están obligados a pagar al Estado para que este pueda ofrecer servicios públicos.

Piénsalo de esta manera: si el país fuera una casa compartida, los impuestos serían el bote común para pagar la luz, el agua y hasta el Wi-Fi. Ahora, la diferencia es que no puedes elegir cuánto poner ni qué servicios quieres disfrutar, pero al menos puedes sentirte bien cuando ves que las calles están asfaltadas y hay un hospital cerca por si te pasas con la comida rápida. Sin los impuestos, muchas de las cosas que damos por sentadas simplemente no existirían.

Imagina un mundo sin alumbrado público, sin sanidad gratuita o sin educación accesible para todos. Sin estas contribuciones, el Estado no podría sostener estos servicios, lo que llevaría a un caos considerable. Es por eso que, aunque pagar impuestos no sea el plan más emocionante, es un pilar fundamental del bienestar común.

Algunos famosillos que provocaron polémica por los impuestos.

Hay varios famosos que han generado polémica por su relación con los impuestos, ya sea porque han decidido mudarse a otro país con menos carga fiscal o porque han tenido problemas con Hacienda. Algunos casos bastante sonados son:

  1. El Rubius y su mudanza a Andorra.

Uno de los casos más mediáticos fue el de El Rubius, uno de los youtubers más conocidos de España. En 2021, anunció que se mudaría a Andorra, un país con una fiscalidad mucho más baja que la española. En España, los ingresos altos pueden llegar a tributar más del 45%, mientras que en Andorra el tipo máximo es del 10%; esto generó un debate enorme, ya que algunos lo defendían argumentando que cada persona tiene derecho a decidir dónde vivir y pagar menos impuestos, mientras que otros lo acusaban de aprovecharse del país donde se hizo famoso sin contribuir a su sistema.

  1. Shakira y su lío fiscal.

Aunque no es española de nacimiento, la cantante colombiana residió en Barcelona durante varios años por su relación con Piqué. Hacienda la acusó de defraudar 14,5 millones de euros entre 2012 y 2014, alegando que pasaba más de 183 días al año en España y, por lo tanto, debía tributar en el país. En 2023, Shakira aceptó pagar una multa millonaria para evitar la cárcel, pero su caso sigue siendo un ejemplo claro de cómo los famosos suelen estar en el punto de mira de la Agencia Tributaria.

  1. Cristiano Ronaldo y Leo Messi: el fútbol y los impuestos.

Tanto Cristiano Ronaldo como Leo Messi han tenido problemas con Hacienda. Messi fue condenado en 2017 por fraude fiscal y tuvo que pagar más de 4 millones de euros tras ser acusado de usar empresas en paraísos fiscales para gestionar sus derechos de imagen. Cristiano, por su parte, tuvo que desembolsar cerca de 19 millones de euros en 2019 por un caso similar.

Tipos de impuestos.

Para que la fiesta no se quede en un solo plato, existen diferentes tipos de impuestos que se aplican según lo que hagas, compres o ganes.

Según nos explican Asem consultores, algunos de los más comunes son:

  • Impuesto sobre la Renta (IRPF): Se calcula en función de lo que ganas y, cuanto más ganas, más pagas. Es la manera que tiene el Estado de decirte «¡Felicidades por tu éxito! Ahora dame un porcentaje». Este impuesto es progresivo, lo que significa que las personas con mayores ingresos tienen que contribuir con un porcentaje mayor (como los famosos). Sin embargo, hay deducciones y bonificaciones que pueden ayudar a reducir la cantidad que se paga. Estas incluyen gastos médicos, educación y donaciones a organizaciones benéficas.
  • Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA): Lo pagamos cada vez que compramos algo. Es ese extra que aparece en la cuenta sin avisar y que hace que la comida en el restaurante cueste más de lo que pensabas. Aunque parezca que es un pequeño porcentaje añadido al precio de los productos y servicios, en realidad es una de las mayores fuentes de ingresos del Estado. Dependiendo del país, existen diferentes tipos de IVA, como el reducido para productos básicos y el general para el resto de bienes y servicios.
  • Impuesto de Sociedades: Si tienes una empresa, este es tu billete de entrada al club de los contribuyentes (se aplica sobre los beneficios obtenidos, porque claro, ganar dinero nunca sale gratis). En este caso, las empresas deben calcular cuidadosamente sus ingresos y gastos para declarar de manera adecuada sus beneficios netos. Hay deducciones disponibles para empresas que reinvierten en innovación, creación de empleo o desarrollo sostenible.
  • Impuestos especiales: Afectan a productos como el tabaco, el alcohol y los carburantes. Básicamente, si algo es divertido o contaminante, el Estado lo grava más. Estos impuestos sirven para recaudar dinero, pero también buscan desincentivar el consumo de productos que pueden ser perjudiciales para la salud o el medioambiente. Por eso, cada vez que compras una botella de whisky o llenas el depósito del coche, estás pagando un poco más de lo que crees.

¿Dónde van a parar nuestros impuestos?

Si alguna vez te has preguntado a dónde va el dinero que religiosamente entregas al Estado, la respuesta es simple: a muchos sitios. Se usa para pagar sanidad, educación, infraestructuras, seguridad, cultura y un sinfín de cosas que hacen que la vida en sociedad sea más cómoda.

Por supuesto, también hay gastos que generan debates, como el sueldo de algunos políticos o ciertas inversiones que parecen sacadas de un episodio de ciencia ficción. Pero, en general, los impuestos permiten que el país funcione y que no tengamos que pagar peaje cada vez que queramos usar una acera. También se destinan a cubrir emergencias nacionales, catástrofes naturales y proyectos de desarrollo económico.

Lo cierto es que, si los gobiernos administran bien estos fondos, se pueden mejorar los servicios y garantizar una mejor calidad de vida para todos; sin embargo, la transparencia en el uso de los impuestos es un tema candente, y cada vez más ciudadanos exigen saber en qué se gasta el dinero público.

¿Se puede pagar menos impuestos sin meterse en líos?

Aquí es donde entra en juego la planificación fiscal. No se trata de evadir impuestos (porque eso es ilegal y poco recomendable si no quieres conocer la cárcel desde dentro), sino de optimizar lo que pagas de manera legal. En este sentido, contar con asesoramiento fiscal puede ayudarte bastante ¡Créeme!

Hay varias maneras legales de reducir la carga fiscal, como aprovechar deducciones por vivienda, educación o gastos médicos. También es recomendable llevar una contabilidad organizada y estar al tanto de los cambios en la legislación fiscal. De esta manera, se pueden evitar errores que lleven a pagar de más.

A veces, simplemente tener una asesoría fiscal adecuada puede hacer que lo que pagas sea justo y acorde a tus ingresos y situación personal.

Mitos sobre los impuestos.

Como en todo tema importante, existen muchos mitos alrededor de los impuestos. Vamos a desmontar algunos de los más comunes:

  • “Si cobro en efectivo, no pago impuestos”: ¡Error! No importa cómo recibas el dinero, si no lo declaras, sigues en el lado oscuro del fisco. Y cuidado, porque cada vez hay más medidas para detectar ingresos no declarados.
  • “Cuantos más hijos tengas, menos impuestos pagas”: Bueno, hay deducciones por familia numerosa, pero no es que puedas montar un equipo de fútbol y esperar que Hacienda te aplauda.
  • “Los impuestos son un robo”: Depende de cómo se gestionen. Si se usan bien, son la base de un país funcional. Si se malgastan, entonces sí que duelen. El secreto está en exigir transparencia y asegurarse de que los recursos se usen de manera correcta.
  • “Puedo hacerme autónomo para pagar menos impuestos”: No siempre es así. Aunque ser autónomo tiene ventajas fiscales, también implica gastos y obligaciones que pueden compensar lo que te ahorras.
  • “Si no hago la declaración, Hacienda no se dará cuenta”: Otro mito peligroso. La administración tributaria cruza datos constantemente, y tarde o temprano, los descuidos salen a la luz.

Los impuestos son como un mal necesario, pero podemos entenderlos

Al final, los impuestos son el precio que pagamos por vivir en sociedad. ¿Nos gustaría pagar menos? Claro. ¿Podemos hacer algo para gestionarlos mejor? También. Lo importante es informarse, aprovechar beneficios fiscales legales y, sobre todo, no dejarse llevar por el pánico cada vez que llega la campaña de la renta.

Esperamos que después de este artículo los impuestos te parezcan un poco menos aterradores y que, la próxima vez que pagues el IVA en un café, al menos sepas a qué bolsillo está yendo tu dinero.

¡Ánimo, contribuyente!

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