Dicen que vivimos en una sociedad que cada vez más informatizada, que cada vez más labores se realizan gracias a un clic y que el uso del papel, en muchos casos, está condenado a reducirse y, además, de un modo bastante importante. A juzgar por la cantidad de aparatos informáticos de los que disponemos ahora, esa afirmación es completamente cierta. Pero, ¿qué ocurre en la realidad? ¿Y en el terreno empresarial? ¿Se están aprovechando del mejor modo posible todos los recursos?
El asunto genera una controversia que es digna de tener en cuenta. Incluso entre las personas que trabajan en la misma oficina y que pertenecen a la misma empresa. Todo depende del punto de vista desde el que se mire. Es cierto que el consumo de papel se ha reducido en los últimos años y que la tendencia sugiere que seguirá bajando dentro de algunos años, pero la verdad es que es bastante dudoso de si se ha reducido lo suficiente para lo avanzamos que estamos desde el punto de vista informático y tecnológico.
A continuación, os vamos a mostrar dos artículos que ya son bastante antiguos y que ya hablaban de la informatización de alguna empresa u organización. El primero de ellos es de la página web computerworld.es y su titular, “Gestión de empresa informatizada, ¿una asignatura pendiente?”, ya lo dice todo. El artículo es del año 1996. Son 22 años hablando de informatizar los procesos en nuestras empresas y todavía no hemos terminado de conseguirlo.
El segundo artículo del que os queremos hablar se refiere al momento en el que se informatizó el Registro de la Propiedad de la provincia de Lugo, que se llevó a cabo en el año 2005. Hablamos de que la Administración Pública lleva más de 13 años informatizando sus procesos. ¿Por qué, entonces, sigue habiendo empresas que tienen problemas para llevar ese proceso a efecto? Es el momento de acometer las cuestiones necesarias para llevar a cabo ese cambio. De lo contrario, multitud de empresas corren el riesgo de verse anticuadas de manera irremediable.
Las consecuencias de que haya entidades y organizaciones que continúan apostando por el papel en detrimento de las nuevas tecnologías tienen un marcado carácter espacial. El papel se acumula mucho más rápido de lo que nos gustaría en nuestros armarios e impide que podamos tener la organización que deseábamos cuando los compramos. Si tenemos en cuenta la enorme cantidad de papeles que se acumulan: facturas, contratos, albaranes… entenderemos el porqué de la rapidez del crecimiento de esas montañas de papel en los armarios. Los responsables de Sidón Armarios han venido notando que, en los últimos tiempos, la solución que han encontrado desde las empresas para reducir el impacto de esa cantidad de papel es apostar por los armarios empotrados.
La decisión es lógica y responde a las necesidades que se plantean desde las oficinas. La consecución de un espacio de trabajo suficiente para realizar nuestra labor de la manera más cómoda posible es un objetivo muy importante y son muchas las entidades que, a través de la reducción del consumo de papel o de la disposición de un armario empotrado, han conseguido dotar de ese espacio tan necesario a todos y cada uno de sus trabajadores.
El futuro tiende hacia la completa digitalización de nuestras empresas
Esta idea es firme, clara y evidente. La Administración, que es la principal vía de papeleo tanto para particulares como para empresas, ya opera en un porcentaje muy importante a través de Internet, lo que juega un papel muy importante a la hora de mantener nuestros documentos en la nube en lugar de en un armario. En los próximos años ya solo se realizarán trámites de un modo digital, lo que sin ninguna duda terminará de obligar a todas las empresas, con independencia de su tamaño y del sector al que se dedique, a operar de manera exclusiva con archivos digitales.
¿Seguirán siendo de utilidad los armarios? Por supuesto. Que nadie lo dude. Siempre habrá objetos que sea necesario colocar en una oficina. La gran diferencia será que tendremos la vida un poco más fácil para gestionar ese espacio del que hemos venido hablando sin que nos tengamos que volver locos. ¿El resultado? Menor estrés y más eficiencia durante nuestra jornada laboral. Casi nada.